Hola, querido lector...
Para el tema de hoy, te invito a acompañarme con un café y algo de relajación… porque empezamos con un toque amargo: la traición.
Sí, lamentablemente he notado que hay más historias de traición que de amor.
¿Será que vivimos en una sociedad donde la traición ya es normalizada? ¿Incluso bien vista?
Historias por todos lados:
Parejas de años, con hijos, con una historia construida a pulso, y de pronto… pum.
La traición.
Él se va con una más joven.
Ella, con alguien con dinero.
Y no, no es ficción. Es el pan de cada día.
Estuve viendo un episodio de Date Cuenta Podcast —te dejo el link aquí— y esto me hizo reflexionar en como una persona que amas después de tantos años pueda traicionarte.
Y sí, también estoy hablando de ti, Chespirito, que te tengo en la mira.
Se me cayó un ídolo.
Uno más.
La traición que aún no pasa (pero ya duele)
Después de todo eso, me puse a pensar:
¿Cuál es mi mayor miedo?
Y me di cuenta de algo dolorosamente cierto:
Le tengo miedo a una traición que todavía no ha ocurrido.
Mi mente, sobre todo por las noches, se inventa escenarios.
Me imagino lo peor:
Una infidelidad, una mentira, un mensaje escondido, una doble vida.
Y entonces me veo a mí misma reaccionando:
Rompiendo macetas, gritando verdades, diciendo “yo sabía”.
Pero luego pienso… ¿de verdad reaccionaría así?
Tal vez no.
Tal vez solo me quedaría en silencio, en shock.
Porque aunque lo hayas imaginado mil veces, aunque te hayas preparado mentalmente…
el dolor verdadero llega sin permiso.
Y siempre, siempre, viene de quien más amas.
Entonces, ¿mejor sola?
Hay noches en las que pienso:
“Mejor estar sola, así nadie me puede traicionar.”
Y sí, en teoría suena seguro.
Pero en la práctica…
nos gusta amar.
Nos gusta ser vistos, ser elegidos, sentirnos especiales.
Aunque el amor nos vuelva vulnerables.
Aunque la traición siga siendo una posibilidad.
Y ahí estamos.
Entre el deseo de ser amadas y el miedo de ser rotas.
Entre las ganas de confiar y las ganas de protegernos.
El dilema eterno
Entonces, querido lector, no tengo respuestas.
Solo una reflexión:
Quizá amar no se trata de evitar la traición, sino de reconocer que, aun con ese riesgo, seguimos eligiendo sentir.
Porque al final del día, aunque me duela imaginarlo…
prefiero una vida donde ame intensamente a una vida sin amor por miedo a perder.
Gracias por leer hasta el final.